El barco se enfrenta a la Tramontana, se levanta, queda casi vertical. Una hora, dos; parece que el tiempo está detenido, el barco ni se mueve, parece que vuela pero no.
Se hace de noche y hacemos el último intento. El mar ruge, parecen los rompientes de las islas.
No! Es la Tramontana que se enfrenta y Dinamicas de grupo.
Por la radio nos enteramos que el malagueño ha perdido un tripulante, está frente a nosotros y no podemos hacer nada. El valenciano está detrás desarbolado. Nos arrimamos al cabo, oímos los rompientes pero nos cubrimos del viento. Podemos virar, hacemos un bordo imposible y nos refugiamos en Sant Aquí.
El puerto está abarrotado. Las madrileñas son fantásticas, se han comportado de maravilla, no conocían el mar, solo la playa, nosotros nos turnábamos fuera, algunas veces entraba uno en la cabina para descansar, desnudo, la ropa ya no sirve de nada, ellas nos esperan y nos secan como pueden, el agua entra a raudales, pienso que hay tanta agua encima como abajo. Cuando llegamos a Sant Feliu, la gente nos mira alucinados.
Hoy lo puedo contar, parece imposible pero lo puedo contar, tengo todos los detalles en la cabeza.
Recuerdo arrastrándome por cubierta con las gomas en la boca, mi amigo me espera en la proa, debe atar el foque, una ola me levanta, cuelgo del barco, un segundo, dos... eternos, otra ola me levanta y devuelve a cubierta, sigo arrastrándome, y mi amigo me mira, y no se cree lo que ha visto.
Una aventura. Hoy lo es. Aquel día podría no haberlo sido. Pero... hoy la puedo contar.
Esta y otras.
Pau, vivimos peligrosamente. Un día se nos puede acabar nuestra buena estrella. Buscamos el límite de nuestro propio yo y eso tiene siempre un final, y muchas veces poco feliz.
Es posible, respondo. – Paramos, Anna? - Eres capaz de parar?
No!
Dinamicas de grupo
Después de todo, si yo soy temerario, ella lo es más. En eso me gana.
Hemos vivido peligrosamente, y en cierta manera lo seguimos haciendo.
Dudar es peligroso. Lo difícil es lanzarte, pero una vez lo has hecho, no vaciles, si lo haces, estás perdido.
Vivimos peligrosamente porque sabemos utilizar la fuerza de los demás y en cuanto a nuestra pretendida buena estrella, es tan solo porque nunca miramos para atrás.
Somos gente normal a la que nos ha gustado vivir de manera anormal. No sentamos la cabeza. No crecemos... Ni a tiros. No nos da la gana y punto.
Se hace de noche y hacemos el último intento. El mar ruge, parecen los rompientes de las islas.
No! Es la Tramontana que se enfrenta y Dinamicas de grupo.
Por la radio nos enteramos que el malagueño ha perdido un tripulante, está frente a nosotros y no podemos hacer nada. El valenciano está detrás desarbolado. Nos arrimamos al cabo, oímos los rompientes pero nos cubrimos del viento. Podemos virar, hacemos un bordo imposible y nos refugiamos en Sant Aquí.
El puerto está abarrotado. Las madrileñas son fantásticas, se han comportado de maravilla, no conocían el mar, solo la playa, nosotros nos turnábamos fuera, algunas veces entraba uno en la cabina para descansar, desnudo, la ropa ya no sirve de nada, ellas nos esperan y nos secan como pueden, el agua entra a raudales, pienso que hay tanta agua encima como abajo. Cuando llegamos a Sant Feliu, la gente nos mira alucinados.
Hoy lo puedo contar, parece imposible pero lo puedo contar, tengo todos los detalles en la cabeza.
Recuerdo arrastrándome por cubierta con las gomas en la boca, mi amigo me espera en la proa, debe atar el foque, una ola me levanta, cuelgo del barco, un segundo, dos... eternos, otra ola me levanta y devuelve a cubierta, sigo arrastrándome, y mi amigo me mira, y no se cree lo que ha visto.
Una aventura. Hoy lo es. Aquel día podría no haberlo sido. Pero... hoy la puedo contar.
Esta y otras.
Pau, vivimos peligrosamente. Un día se nos puede acabar nuestra buena estrella. Buscamos el límite de nuestro propio yo y eso tiene siempre un final, y muchas veces poco feliz.
Es posible, respondo. – Paramos, Anna? - Eres capaz de parar?
No!
Dinamicas de grupo
Después de todo, si yo soy temerario, ella lo es más. En eso me gana.
Hemos vivido peligrosamente, y en cierta manera lo seguimos haciendo.
Dudar es peligroso. Lo difícil es lanzarte, pero una vez lo has hecho, no vaciles, si lo haces, estás perdido.
Vivimos peligrosamente porque sabemos utilizar la fuerza de los demás y en cuanto a nuestra pretendida buena estrella, es tan solo porque nunca miramos para atrás.
Somos gente normal a la que nos ha gustado vivir de manera anormal. No sentamos la cabeza. No crecemos... Ni a tiros. No nos da la gana y punto.